Si hay un renglón de la economía colombiana en el que por décadas han brillado con luz  propia las mujeres, ese es el financiero.  

Lo que en la mayoría de los países de Latinoamérica sigue siendo un desafío, especialmente en sociedades más conservadoras ante el alcance laboral de las mujeres,  en Colombia ha dejado de ser un hito pues llevamos fácilmente 30 años de acceso y  progreso de las mujeres en el universo de las finanzas y en cargos de liderazgo en este  importante sector. 

Basta mirar la historia y las cifras para constatarlo. Uno de los recientes Borradores de  Economía del Banco de la República, El camino hacia la igualdad de género en Colombia:  ¿ya llegamos?, publicado en septiembre del año pasado por las investigadoras Ana María  Iregui, Ligia Alba Melo, María Teresa Ramírez y Ana María Tribín, evidencia la positiva  evolución de la participación de la mujer en la educación superior y universitaria, en el  mercado laboral y en el ámbito político –aunque allí con poca participación aún- desde  inicios del siglo pasado hasta el 2020. El estudio deja claro que hay un salto grande entre  ese hito que marcó María Elvira Santos, quien a inicios de los años 50 se graduó como la  primera economista del país, y el 60% de fuerza laboral que actualmente ocupa las  mujeres en la banca, como lo afirmó en 2019 la Asobancaria, porcentaje que aún se  mantiene. 

El proceso fue lento, pero constante. En 1965, solo el 1.3% de las bachilleres entró a la universidad. De esa ínfima proporción, el 13% lo hizo para estudiar economía. El gran salto se da en la década de los 80 y se consolida en los 90. Para corroborar esta tendencia y sustentar con cifras mi propia experiencia en el mundo financiero del Siglo XXI, tomé las estadísticas del DANE y comprobé que, en los últimos 20 años, porcentualmente las mujeres han tenido más participación en el sector financiero que los hombres (gráfico). Del 49.1% en  diciembre de 2001 al 58.3% en el mismo mes del 2020. 

Es verdad que, comparado con otros sectores del país, el financiero ha hecho mucho  mejor la tarea de inclusión y empoderamiento de las mujeres. Es más, hasta los  presidentes de bancos, de casas de bolsa y firmas aseguradoras se enorgullecen al hablar  del liderazgo de las mujeres en varias vicepresidencias y la capacidad profesional de  muchas otras que asumen el difícil cargo de tesoreras.  

Pero las cifras pueden maquillar la realidad o decir verdades a medias. El universo financiero -público y privado- aún no abre las puertas de la presidencia de las entidades a  las mujeres. ¿Por qué? Por ejemplo, la Encuesta de Equidad de Género de la ANDI reportó  que en 2019 el sector industrial contaba con un 33.5% de empresas lideradas por mujeres, mientras sólo el 11.5% de los 26 bancos tienen una presidenta, es decir, hoy solo tenemos  tres mujeres en las presidencias de estas instituciones. El dato no es coyuntural: la verdad  es que la mayoría de los bancos nunca ha tenido una mujer como presidenta. 

Claro, en prácticamente todos los niveles de la pirámide de la banca hay mayoría de  mujeres, con excepción del último nivel, que es la presidencia, y subir ese escalón para  llegar a la cúspide es prácticamente imposible. De acuerdo con el Estudio de  Sostenibilidad de la Asobancaria, el 53% de los cargos de segundo nivel en la banca son  ocupados por mujeres. Sin embargo, prácticamente ninguna logra pasar de las vicepresidencias. A todas les sobra capacidad, formación, experiencia, tenacidad,  ambición e inteligencia, ¿entonces qué les falta para presidir la banca?  

Pasando a otros escenarios, el panorama no es muy diferente. La Bolsa de Valores de  Colombia nunca ha sido liderada por una mujer y en el sector público, con todo y ley de  cuotas y reconociendo que al Banco de la República han llegado mujeres brillantes que  han aportado muchísimo, sigue en mora con nosotras. Veamos algunos ejemplos: el Banco Agrario no ha tenido ninguna mujer al mando desde su creación, reflejo, tal vez, de  las limitaciones que viven nuestras mujeres rurales. Por su parte, Bancoldex, con su  proyección o vocación internacional contemporánea, tampoco ha tenido una mujer  presidiéndolo.  

La deuda llega hasta el Ministerio de Hacienda y Crédito Público: en estos casi cien años  desde su creación, es la única cartera del Estado, excepto el recientemente creado  ministerio del Deporte, que no ha tenido una mujer dirigiéndolo. 

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